Por: Tonantzin Torres.
Uno de los principales postulados del sistema de justicia penal acusatorio es la justicia restaurativa, una justicia que apuesta más por la reparación del daño y la regeneración del tejido social, que por la punibilidad como venganza. Por tanto, se crearon mecanismos alternativos de solución de controversias (MASC) además de salidas alternas y formas de terminación anticipada del proceso judicial, para evitar el juicio, sí, pero también para resolver los conflictos de otras maneras menos desgastantes y más satisfactorias para las partes involucradas.
La Mediación es uno de estos mecanismos alternativos de solución de controversias. Las partes se encuentran para dialogar y buscar solución a su conflicto con la ayuda de un mediador que facilita la comunicación entra ambas partes y coadyuva a la resolución del conflicto.
La mediación es, pues, uno de los mecanismos que mayor relevancia tiene dentro del nuevo paradigma de justicia, porque invita a las partes a dialogar, ser activas dentro del proceso de justicia y a buscar soluciones que sean adecuadas a su caso específico, por ello en muchas comunidades de nuestro país existe lo que se llama mediación comunitaria, que busca que entre iguales, solo con un tercero neutral que facilite la comunicación, las personas resuelvan sus conflictos, desde su propia idiosincrasia, valores y contexto. Por ahí va el tema de justicia cívica también, que no es lo mismo, pero rescata este paradigma de regeneración del tejido social, que lo componemos todos.
Entonces, para que estas salidas alternas, para que esta mediación, para que estas ideas de justicia cívica, de justicia restaurativa y resolución de conflictos de manera más autónoma funcionen y realmente permeen, en necesario que nuestra forma de ver la justicia, cambie. Dejar de ver la justicia como venganza, en la que el Estado es el que cobra la ofensa social, y en ocasiones las víctimas ni siquiera obtienen la reparación del daño, para empezar a verla como eso, como reparación, como la oportunidad de paliar la afectación que se nos hizo. Y para poder cambiar esta manera de pensar que funcionó además, tanto tiempo en nuestro país, es necesario que nuestras ideas de lo que es justicia, pero también democracia, que nos permite entender la construcción de acuerdos en condiciones de equidad, para así poder creer en que podemos autorregularnos, y además y lo más importante, respetarnos.
Si nosotros como adultos estamos viviendo la transición entre sistemas de justicia sin entender o ver, incluso, sin que realmente operen los cambios prometidos, este taller ofrece a las nuevas generaciones la posibilidad de adoptar esta nueva idea de pensar y ver la justicia y las relaciones interpersonales, primero en su núcleo inmediato, que es su familia, y después en su entorno más cercano, como la escuela y su comunidad, desde un punto de vista más saludable, democrático y respetuoso. Felicito a las personas que asisten a este taller, porque están sentando las bases en su hogar de lo que realmente necesitamos en nuestro país, que es cambiar la idea de venganza, que se traduce en violencia, y esta en todas aquellas conductas antisociales y hasta delictivas que nos encierran en un círculo vicioso de litigiosidad y poca resolución de conflictos.
Desde mi punto de vista, DIF estatal está contribuyendo a cerrar el círculo que a la implementación del sistema de justicia penal acusatorio le había faltado, que es educar a las personas desde sus hogares para construir nuevas formas de correlacionarnos, más sanas y respetuosas, democráticas y colaborativas para construir comunidades que reparan el tejido social desde la célula básica, que es la familia. Parece intrascendente, pero este tipo de talleres contribuyen a disminuir la violencia y las conductas delictivas; prueba de ello es que la Terapia Cognitivo Conductual en la prevención del delito se utiliza para modificar aquellas reacciones impulsivas y violentas que presentan las personas que delinquen y que no presentan una condición clínica, ayuda a disminuir los impulsos y a que las personas opten por otras maneras de responder a un estímulo detonante que no sea a través de una conducta violenta, para que puedan aprender a relacionarse con su entorno y comunidad de otra manera más saludable.
Qué mejor entonces que prevenir estos impulsos agresivos desde la crianza, en el seno familiar, enseñarnos a relacionarnos y responder a las situaciones adversas desde una perspectiva menos reactiva y más constructiva primeramente, para nosotros mismo, y lógicamente para quienes nos rodean. Recordemos que quienes delinquen son personas, personas que responden a impulsos y emociones, a creencias y valores, y la mejor manera de prevenir el delito es, precisamente, cambiar esos valores y creencias y aprender a responder de otra manera a las circunstancias adversas. Suena difícil, pero se tiene que empezar por algún lado, y creo, que este taller es empezar por el principio.